Christopher Robin: un reencuentro inolvidable

No hay nada que se le compare a la inocencia de ser pequeño y darle vida a tus juguetes. Aún guardo en mi memoria las aventuras que inventaba con mis Barbies; desde ir a comprar al supermercado hasta llevarlas a divertirse a su propio parque de diversiones. Darle nombre a los juguetes, implantar historias y personalidades en ellos, y que nos acompañen por los primeros años de la vida es algo invaluable.

Así es como da inicio la película de Christopher Robin (2018), en donde vemos a nuestro protagonista compartir su vida en el ya bien conocido, Bosque de los Cien Acres; con sus felpudos amigos. Juntos pasan cientos de horas divirtiéndose y viviendo aventuras increíbles.

Pero como todos nosotros, Christopher también tuvo que crecer, que jugar por última vez con sus juguetes, que unirse a la vida laboral e incluso formar una familia. Este filme nos lleva desde los primeros minutos a un mundo donde los peluches no ríen ni buscan miel, un mundo sin Winnie Pooh.

Pero no te preocupes, en algún punto un Christopher ya adulto y ocupado se ve obligado a emprender un viaje de vuelta al bosque de su infancia; y logramos reencontrarnos con todos los personajes que amamos, Tigger, Winnie, Piglet, Igor, entre otros. Ellos nos enseñarán por medio de sus personalidades tan peculiares, que hay muchas cosas que importan en la vida y que jamás debemos dejar en segundo plano.

La película es encantadora en si misma, especialmente para aquellos que crecieron cercanos a estos personajes. Yo aún recuerdo estar con mi prima July coloreando a todos esos lindos animalitos de peluche y pasando los mejores momentos de mi infancia. Sin duda está película te pondrá a pensar en el enfoque que le estás dando a tu vida; y te conectará con tu niño interior, será un reencuentro inolvidable.